Anécdota I (Mi bichito)

Como lo prometido es deuda, me disponía a contar una anécdota acaecida el sábado pasado, y mientras buscaba el mejor medio de redactarla, me he dado cuenta de que antes tenía que presentar formalmente a uno de sus protagonistas y esto de por si ya constituye un post por separado, así que contaré el relato de la anécdota en dos partes... cuadriculada que es una a veces.
Algunxs conocéis a mi bichito, nombre cariñoso con el que me sale llamarle, y sabéis que desde hace unos meses me acompaña en cada sarao al que me apunto, no es solo mi sumiso más personal, sino un gran amigo y cómplice con el que tengo la gran suerte de contar, pero no ha tenido ni en real ni en este blog "una presentación formal" entre otras cosas porque nunca he pretendido darle a este espacio el tono de diario de confesiones, ni de crónicas del "Hola", ni tampoco conté antes nada sobre mis relaciones privadas. Me gusta hablar de cosas muy variadas que suceden a mi alrededor, utilizarlo como medio para defender nuestro mundo, y me gusta además comentar otras cosas porque aunque mi entorno es casi siempre BDSM, la vida se compone de otras cosas importantes y me gustaría mantenerme fiel al lema que reza a la derecha "Quiero cantar al mundo que la diversidad lo embellece".
No obstante, dado que la anécdota que voy a relatar gira en torno a él, no queda más remedio que romper esta dinámica para contar quien es él porque sino sería difícil de comprender.
Bicho es de mi quinta, tiene el aspecto de un hombre muy convencional, si me apuras hasta conservador, un profesional cualificado, y por lo que me pareció al principio bastante constreñido, aspecto este que enseguida tuve en consideración, dado que es un escudo a la hora de jugar. Cuando conocí su historia, entendí el porqué de este detalle de su carácter, separado no hacía demasiado tiempo, huía de una relación sumamente aburrida en  la que la pareja a penas se relacionaba socialmente, y que poco a poco había cohartado su libertad. Prfffffffff!!!
Me visitó por primera vez allá por marzo del año pasado, fantaseaba desde hacía años pero no se había decido hasta unos pocos meses antes en que había empezado a visitar a otra dómina a la que tras intentar llamar varias veces no localizó. A él la experiencia conmigo le pareció muy distinta y mucho más real e intensa, para mí fue una sesión bonita pero de la que no destacó nada significativo. Después se dejó caer por unas cuantas de mis fiestas, alguna sesión más y la celebración de mi cumpleaños. Así, discreta y tímidamente fue entrando en mi vida sin que inicialmente él hubiera llamado mucho mi atención. Un día tras la última sesión de carácter profesional que tuve con él, le propuse acompañarme a la fiesta del 24/7 que se celebraba en el Almazen, con el reto, aunque no era su fantasía, de ir vestido de "choni" y con los genitales atados con un cordelito con el que yo le guiaba. La naturalidad con que se prestó al juego me abrió expectativas a si podía ser ese sumiso fiel que hacía tiempo buscaba sin que ninguno hubiera cumplido el perfil necesario. Unos por pudor a estar tan expuestos socialmente y otros por miedo, no sé exactamente a qué, pero aunque yo siempre soy una mujer cercana, parece que proyecto otra imagen, seguramente producto de sus propias fantasías en las que las dóminas profesionales aparecemos como un icono inalcanzable, para las que no se consideran con nivel suficiente... pero esto es otro tema.
El caso es que lo pasamos de fábula en aquella fiesta, y al día siguiente también vino a la que yo celebraba por tan señalada festividad. Fue un evento largo que empezó a las seis de la tarde y terminó a las siete de la mañana del día siguiente. Era corriente en las fiestas del Loft que mucha gente se quedara hasta la hora de ir a tomar el chocolate, y yo me quedaba a dormir allí para después de descansar recoger los restos de la fiesta. Aquella mañana, antes de que él se uniera al grupo que se iba a desayunar, le pedí que se quedara conmigo y sin dudarlo así lo hizo.
No contaré muchos más detalles, simplemente así sin proponernoslo empezó a fluir una relación no se sabía muy bien en qué términos. Después él marchó de vacaciones y a la vuelta empezó a ayudarme en mis eventos y a acompañarme aquí y allá, y al final de una escapada a la playa juntos decidí ponerle como símbolo una pulserita que lo declaraba como mi sumiso.
Siempre le digo que no es un sumiso al uso, no existe entre nosotros protocolo alguno más que el propio en las sesiones, ni a mí me interesa adiestrarle en ese sentido porque no creo que ninguno de los dos nos sintiéramos a gusto en ese papel. Sin embargo como sumiso siempre está ahí, obedeciendo a mis peticiones, aceptando y disfrutando cada una de mis travesuras, y como amigo apoyándome esté contenta o triste.
Una de las cosas que más feliz me hace es hacerle pasar por experiencias nuevas, como pervertidora nata que soy, me agrada ser yo quien le ha abierto la puerta a este mundo facilitándole una nutrida vida social, consciente de que conmigo está viviendo cosas que jamás habría soñado, especialmente porque su vida nunca fue así.
Ha habido gente que nos ha preguntado si somos pareja, pero a pesar de que ya es importante en mi vida y yo en la de él, tampoco he querido darle a esta relación el apelativo de pareja formal, prefiero que las cosas surjan solas si es que tienen que ser así, ambxs estamos cómodxs, tanto nos necesitamos como nos damos espacio, y mientras así sea que fluya libremente sin ponerle etiquetas ni obligaciones que nos condicionen a ningunx de lxs dos, más que las propias del pacto en el juego D/s.
Bueno, al final ha quedado como una presentación de lo más formal, es un texto que de por sí tiene sentido sin tener que ser la primera parte de otro mayor, pero sin el que la segunda parte quedaría coja.
El resto... mañana