miércoles, 13 de agosto de 2008

Mis impresiones en Tenerife

-Señores pasajeros, les habla el comandante. Estamos comenzando el descenso para hacer entrada en el aeropuerto de Tenerife norte, “Los Rodeos”. La temperatura es buena y la meteorología la habitual de siempre en esta zona. En diez minutos divisaremos tierra. Rogamos a los señores pasajeros, que abrochen sus cinturones y permanezcan sentados hasta …
La voz del comandante, quedó en un segundo plano, mientras yo me despejaba del sopor en el que me había dejado caer en la última hora. Me incorporé y miré por la ventanuca. Aún no se divisaba más que agua bajo nosotros, y el estómago se apercibió del descenso de altitud. La verdad es que no me había pasado como otras veces en que el despegue me había producido esa sensación desagradable que tan poco me gusta, hasta subirme en una simple noria me da una sensación que no me divierte nada. Viajaba en un Airbus, supongo que cuanto más grande es el avión, menor es la sensación, así que esperaba que el aterrizaje fuera igualmente suave.
Los destellos que hacían brillar el agua, fueron ocultándose por los cúmulos que de pronto aparecieron bajo el avión como pedacitos de algodón levitando sobre el mar. Cuanto más avanzábamos, más cerca estaban unos de otros hasta alcanzar lo que me pareció un mar de nubes que lucía con un blanco esplendoroso. Aunque el paisaje me pareció fascinante durante buen rato, pensé que no nos dejaría admirar la entrada en la isla, sin embargo me confundí, ya que poco antes de alcanzar su litoral, llegamos a un final tan limpio como si de un acantilado se tratara, para volver a ver el océano lucir bajo el sol. Lo primero que divisé fue una ciudad que como cualquier otra de costa, tiene dispuestas sus calles y avenidas con el punto de referencia del mar. El avión viró para tomar la posición adecuada frete a la pista de aterrizaje, por lo que la inclinación me hizo perder el horizonte; cuando retomó la horizontalidad, oteé por primera vez quedando boquiabierta al omnipresente Teide.
En el aeropuerto me esperaba mi querido amigo Alfredo, a quien fui a visitar. Le echo de menos desde que se marchó a trabajar allí, y de hecho aliviar la lejanía que tan mal se lo ha estado haciendo pasar, fue lo que me hizo tomar la decisión de hacer este viaje. Canarias es muy acogedora para quienes vamos allí de turismo, sin embargo puede ser durísima para los peninsulares o “godos”, como allí nos llaman, que por motivos laborales deben recalar un tiempo allí, y esto lo digo a sabiendas de que herirá más de una susceptibilidad, pero quien me conoce sabe que soy muy directa diciendo lo que pienso, y al que no le guste bien puede coger la puerta y dejar de escucharme.
Durante el trayecto desde el aeropuerto a casa de Alfredo, ya pude apercibirme del terrible tráfico de Santa Cruz, del que para más INRI he debido sufrir el ruido que produce, día y noche, ya que la casa está frente a la avenida que acompaña a la dársena del puerto, vía que no sólo distribuye el tráfico por esa zona de la ciudad de Santa Cruz, sino que además es vía costera de paso. Creo que esto es lo único que puedo atribuir de malo a este viaje, ya que estoy acostumbrada al silencio que hay en mi barrio, y aunque caía rendida, el ruido no permitía que pudiera dormir profundamente, por lo que para soportar la actividad frenética de cuando visitas un sitio nuevo, necesitaba inflarme a cafeína para soportarlo.
Esa misma mañana me acerqué a por un mapa de la ciudad que en el punto de información turística me dieron a cambio de 2 €, cosa que me sorprendió ya que generalmente los ayuntamientos suelen regalarlos en pos de una buena acogida a los visitantes.
Estaba en la plaza de España, que según pude enterarme después es la primera de las obras con las que pretende el cabildo modernizar la franja costera, ya que en este momento el puerto separa a la ciudad del mar, no hay ni una sola playa que permita admirarlo de cerca. Al parecer, también tienen previsto soterrar el tráfico de la avenida, pobre amigo mío, habrá de soportar esas tremendas obras de las que los madrileños sabemos tanto, sin embargo me parece una buena idea si con ello consiguen una ciudad más silenciosa y más cerca de su idiosincrasia geográfica. Una de las cosas que primero observé fue la desconexión paisajística que supone la vista de los edificios propios del crecimiento urbanístico setentero, en contraposición con la belleza de la agreste desnudez de la piedra volcánica que constituye el mazizo de Ánaga que emerge tras los edificios. Paseando por la ciudad también puede observarse ese desastre histórico que produjo la desfachatez de aquellos años, que como en Madrid y tantos otros lugares, puso de moda derribar valiosos y antiguos edificios históricos, para hacer convivir a los que sobrevivieron con otros que a los pocos años se declararon en muchos casos enfermos de aluminosis, pero que sin embargo habían hecho millonarios a quienes los construyeron… bueno, lo del urbanismo feroz no es de ahora, lo que parece mentira es que no escarmentemos. Yo no sé si la crisis urbanística ha llegado ya a Tenerife, dicen que allí todo llega seis meses después, lo que sí es cierto es que el paisaje está sembrado de grúas por todos lados, ojalá paren pronto porque el paisaje es tan bello, que es una pena que siga tapándose con cemento y ladrillos.
Pero Santa Cruz, también tiene barrios muy bellos, que no se dejaron contaminar por esa fiebre, y que han sobrevivido al paso de los siglos para dar fe de su pasado colonial, en el que las familias más poderosas construían sus villas con el fruto de las riquezas que arrancaban y transportaban desde América, de las que parte se quedaban en estas tierras antes de continuar su viaje en pos del enriquecimiento de la corona de Castilla primero, y de la unión de reinos y colonias que en pocos años significó la formación del imperio español.
La Laguna, fue durante muchos años la capital de Tenerife. Hoy es patrimonio de la humanidad, y conserva todo su casco antiguo en aparente perfecto estado de conservación. La primera vez que subimos allí (está a una altitud 550 m. sobre el mar, que se suben en tan sólo 11 km desde Santa Cruz), era de noche, y la sensación era la misma que cuando caminas por ciudades como Toledo, en las que casi puedes sentir el latir de la vida de los años del renacimiento. Los edificios, son de arquitectura mudéjar en la que resaltan las balconadas de madera y sorprende el colorido dispar de unos con otros. Me hizo apreciar una similitud con la que puede encontrarse en Asturias, que allí llaman arquitectura indiana, y que es muy posterior ya que es la resultante de los que habían emigrado a América y volvieron con riquezas durante el siglo XIX y primeros del XX. Curiosamente, también encontré similitud por la gran cantidad de esculturas de hierro forjado que se encuentran dispersas tanto por la isla de Tenerife como por Asturias… ahí lo dejo, al final va a ser que aunque entre comunidades seamos tan distintos, sí que hay un nexo histórico y cultural que nos hace una unidad por muy lejanos que estemos unos de otros y por mucho que moleste a tanto nacionalismo separatista, siento el comentario si a alguien le molesta, pero me parece absurdo querer separarse para dejar de gozar de los beneficios que nos da el caminar juntos, por supuesto que es respetable y digno de conservar cada riqueza que supone la idiosincrasia de todas las identidades históricas que suponemos, faltaría más, pero creo que juntos tenemos más capacidad de conseguir conservar todo nuestro patrimonio. En realidad tanto separatismo no sirve más que para que en esta ciudad y por ser patrimonio de la humanidad, nadie sepa quien tiene que pagar las obras de restauración de la catedral que está cerrada, y que al parecer permanecen paradas desde hace meses ¿No es una lástima?
La visita a La Orotava, igualmente monumental, fue a la caída de la tarde y durante aquel paseo tranquilo tuvimos la suerte de encontrar el Restaurante Casa Lercaro, ubicado en una casa del siglo XVII, que tiene unas espectaculares vistas al valle de La Orotava. Disfrutamos de una espléndida cena de cocina creativa canaria de precio bastante moderado, en la terraza que tienen dispuesta en el tradicional patio de casa canaria del que goza, rodeados de unos exuberantes jardines, acompañados por el sonido del agua de la fuente. ¿Idílico verdad? Aún más cuando el amable camarero nos contó que allí existía un fantasma que solía dejar constancia de su presencia de vez en cuando…
Icod de los Vinos, debe su fama gracias al impresionante y milenario drago que habita allí. El día que la visitamos estaba en fiestas, y toda la gente iba vestida de “magos” con el tradicional traje de la región, que según me contaron es distinto en cada uno de los pueblos. Cuando visitamos Garachico nos encontramos que también aquí estaban en fiestas y las gentes iban ataviadas de igual modo, por lo que resultaba muy curioso caminar por las calles, ya que te veías transportada verdaderamente a tiempos antiguos. Tanto una como la otra ciudad guardan similitud con las otras ciudades monumentales y destilan el placer del canario por el cuidado de su riqueza cultural y arquitectónica.
De Garachico, hay que decir que fue destruída por un río de lava a principios del siglo XX, y se puede visitar el antiguo puerto, ahora convertido en un parque en el interior de la ciudad, ya que la lava ganó terreno al mar dando lugar a piscinas naturales, que con el tiempo han sido pavimentadas para uso y disfrute de los bañistas.
Siempre que estoy cerca del mar, me gusta disfrutar de su brisa sentada en algún lugar rocoso en el que pueda ver romper las olas, el tiempo corre sin darte cuenta sumergida en un relax incomparable con ninguna otra sensación. Esta vez sentí esas sensaciones en el Puerto de la Cruz, ciudad mucho más turística que ninguna de las otras, que goza de un puerto pesquero al lado del largo muelle que significó en su tiempo la riqueza y desarrollo de la ciudad.
No puedo dejar de hablar de la exuberante vegetación que surge por cualquier lado, hasta por los tejados. Desde esas elegantes palmeras, árboles que están en flor en pleno verano, arbustos de toda índole, el bosque de laurisilvas, el que se encuentra más arriba de pino canario, la vegetación de alta montaña, incluso hasta en lo más alto, casi en la cima del Teíde capturé la fotografía de un pequeño arbusto con flores que crecían entre la piedra volcánica, a más de 3500 m. de altitud.
No me pareció nada caro comer en Tenerife, claro que nos acompañaba Oscar, un autóctono que sabía donde nos llevaba. Quiero aconsejar El Bodegón Viana, en San Cristóbal de la Laguna, donde comimos las tradicionales garbanzas, riquísimo queso a la plancha y albóndigas todo acompañado con su mojo, a muy buen precio. También recordar los maravillosos dulces de la confitería El aderno en Buena vista del Norte. Olvido varios sitios por no recordar su nombre, pero no quiero dejarme en el tintero el último sitio en donde me dieron de comer, en un “guachinche” que allí llaman a casas que están en la carretera, y que ponen unas cuantas mesas y se come de lo que hay en plan casero, en este caso era el Restaurante Casa Carlos, y estaba perdido dentro de la niebla que produce el mar de nubes que nos encontramos volviendo de la Playa Benijo (no te la pierdas si vas por allí, aunque tengas que bajar y subir una larga escalinata), ya estresada porque en dos horas salía el avión… bueno, familiar, casero y también barato.
Parece que eran muchas las cosas que me apetecía contar de mi viaje a Tenerife, y otras muchas que me dejo porque me parece ya largísimo este post… realmente no tengo confianza en que alguien aguante leerlo hasta el final, sin embargo, no voy a olvidar mentar a las personas que tan amablemente me recibieron allí. En primer lugar mi querido amigo Alfredo, sabes que te echo de menos, y te agradezco muchísimo estos días que me has acogido en tu casa y los momentos estupendos que hemos compartido. A ti Oscar, gracias por ser tan buen guía, es un lujo que una persona autóctona te muestre su tierra con tanto cariño, además eres pura simpatía… ¡ey, y muy buen cocinero!
A un aparte, ya que estas serán las únicas palabras que dedique en este post al BDSM, agradezco también a NomarTF todas sus atenciones desde que se me ocurrió dar sesiones en Tenerife, y también a su esclava isora, junto a la que tan amablemente me invitataron a comer (lo prometido es deuda, lo próximo que escriba será lo que tú me sugeriste sobre mi visión de la Dómina profesional sobre el BDSM). Igualmente fue un placer compartir un café y un helado con la gente del Foro BDSM Canarias, que me presentaron como Lord Txus y hecatebdsm (espero que estés mejorada), OldProd a quien también agradezco la cena, y anata con la que jugué y perdí una divertida partida de billar… Fue muy agradable ser tan bien recibida. Y tampoco voy a olvidar saludar a “cal” (como yo misma bauticé), el único sumiso con el que disfruté de una sesión durante mi estancia allí.
¿Una semana densa, verdad? Pues no he contado ni la mitad…

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