viernes, 11 de febrero de 2011

El cigarrón

Gracioso dibujo el que se lucía en una ventana

No es que yo no entienda que pesen grandes razones para que se haya aprobado esta dura ley antitabaco, de hecho eduqué a mis hijos para defender su derecho y en mi casa nunca se fumó más que en la cocina y a puerta cerrada para que ellos quedaran a salvo de los humos de sus padres. Sí sí, es verdad, les di mal ejemplo, ya lo sé, lo curioso es que justo cuando yo lo dejé (durante siete años y medio porque luego he vuelto) uno me ha salido fumador y la otra lo aborrece... así que parece que no hay una regla válida.
Yo venía de una familia en la que mi padre jamás se preguntó si eso era malo o no, daba igual si tenías tos, él no dejaba de fumar, y ojo, no es que le esté criticando que tengo un gran recuerdo de mi padre, lo que hacía formaba parte de una conciencia social que aceptaba el hábito como algo respetable, normal y hasta elegante y seductor. Eran los tiempos en que cuando llegabas a la consulta del médico le encontrabas fumando con máxima naturalidad. Imaginad, lxs jóvenes, porque lxs de mi quinta os acordaréis, que era algo muy "progre" fumar, y que en los institutos se empezó a dejar fumar en las clases para que quedara muy claro que el claustro era muy liberal y sabía adaptarse a los vientos de transición que corrían.
Ese es el tema, ahora debemos cambiar esa conciencia radicalmente, porque aunque se lleva años advirtiendo que ya no es tan bueno fumar, que mata y produce enfermedades terribles no hemos hecho demasiado caso y seguíamos sin respetar a los que por derecho, nacemos sin ser fumadores y por eso es un derecho, deberían gozar de buenos aires. Nos costará, pero nos acostumbraremos en pocos años.
Sin embargo, en mi opinión, las prohibiciones nunca son la mejor salida, y mucho menos dar tantas facilidades para denunciar, se corren demasiados riesgos.
Por otro lado, echar a los fumadores a la calle tampoco es una buena medida, bastaba con haber mantenido un espacio para fumadores en los locales, sin que tengan que entrar los camareros si se trata de preservar su salud por supuesto, pero esta medida no ha traído más que otros problemas que no teníamos y no entiendo como no lo habían previsto esas cabezas pensantes que tenemos por políticos, porque se veía venir. Ahora resulta, que cuando está prohibido hacer botellón en la calle, se incita a los fumadores a hacer "el cigarrón", porque no hay más que ver las calles donde hay bares, como están llenas de gente que sale de los locales, que gastaron una suma considerable en insonorización cumpliendo la ordenanza municipal, a causar ruidos y a llenar las aceras de colillas... en fin, que no hay quien lo entienda.
Tiene una ventaja, ahora a la puerta de los bares existe una extraña complicidad entre la gente que sale a fumar que da pie a la conversación, se ha convertido además en un buen punto de ligoteo... no, si no hay mal que por bien no venga.

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