FELICES SATURNALES

No vivo estas fiestas con especial devoción, pero a fin de cuentas tienen ese algo que nos recuerda a la patria de nuestra infancia, unen a la sociedad aunque no sea más que por la alegría de compartir el día de la lotería y el comer las uvas, aunque la mayoría estemos quejándonos del gasto y la hipocresía desbordante que se genera en estos días.
No en vano desde el principio de los tiempos, se tiene constancia de que durante el solsticio de invierno los pueblos celebraban fiestas llenas de luz que les ayudaban a subir el ánimo en los más duros y cortos días del invierno, celebrando que emprendían el camino hacia la soñada explosión de vida de la primavera.
Parece que no es una casualidad que la mayoría de las religiones hicieran coincidir sus fiestas mayores con estas fechas… se calculan unas doscientas historias similares en cada uno de sus acontecimientos, a la del nacimiento de Jesús, narradas en distintos tiempos y culturas del hemisferio boreal, que aprovechan las características astronómicas del solsticio para hacerlo coincidir el nacimiento de su niño Dios. Ya 5000 años antes de C. se celebraba el nacimiento de Horus, rey del sol en Egipto, posteriormente Mitra que para los indios era el Dios del amanecer, Osiris en Grecia, y Buda, también en oriente, todos nacidos el 25 de diciembre de madres vírgenes.
En la cultura celta, la festividad del solsticio de invierno recibía el nombre de Yule, que designa el momento en que la rueda del año está en su momento más bajo, preparada para subir de nuevo.
Los practicantes de BDSM, quizá podemos encontrar una curiosidad en las que celebraban en la antigua Roma, las Saturnales, en honor al reinado del dios Saturno sobre Roma en la Edad de Oro. En esa edad, la tierra en Roma producía abundantemente y no había guerras ni discordia. Pero también era una celebración del fin de las tinieblas y el comienzo de un nuevo año.
Oficialmente se celebraban el día de la consagración del templo de Saturno en el Foro romano, el 17 de diciembre, con sacrificios y un banquete público festivo. Pero esta fiesta era tan apreciada por el pueblo, que de forma no oficial se festejaba a lo largo de siete días, del 17 al 23 de diciembre. Vivir y dejar vivir era el lema, lo que de ordinario estaba prohibido, se autorizaba en estos días locos. Las leyes contra el lujo permitían gastar en comidas una cantidad mayor que en los días corrientes y quien no aprovechaba la oportunidad para cogerse una melopea resultaba desagradablemente llamativo, pero aquí viene lo que para nosotros puede tener especial significación, a lo largo de esa semana se invertía el orden social: los amos servían a los esclavos, los esclavos se convertían en amos, aunque seguramente no eran días muy cómodos para aquellos esclavos reales, que en muchos casos dado su especial atrevimiento podían llegar a peder la vida.
Bueno lo anecdótico para nosotros puede ser el intercambio, jejejeje… pues nada que cada una/o haga su lectura… Si os gusta la idea: Felices Saturnales, y sino Feliz Solsticio de invierno… y para el que lo sienta, Feliz Navidad (creo que no me dejé a nadie).